Transforma tu plástico en agua potable
Novedades 13 diciembre, 2021 Innovación Educativa
ARTÍCULO DE EL PAÍS PUBLICADO EL 28 DE NOVIEMBRE DE 2021
Muchos centros educativos trabajan para concienciar sobre la emergencia climática. El protagonista hoy es un colegio público de Zaragoza que se propuso transformar los desperdicios de plástico en objetos funcionales y artísticos, y con ellos financiar filtros de agua potable para colegiales colombianos.
“Basta de tratar a la naturaleza como un retrete” es una afirmación del Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, en la apertura de la Conferencia sobre el Cambio Climático de la COP26 en Glasgow. “Estamos cavando nuestra propia tumba”, añade, de acuerdo con el sentir de amplios sectores de la sociedad, que reclaman mayor compromiso en las medidas anunciadas y desplegadas por los gobiernos para afrontar la actual emergencia planetaria, con criterios de justicia social y climática.
Algunas instituciones educativas llevan tiempo trabajando este compromiso. El estudio y cuidado del medio ambiente se integran en el diseño de los aprendizajes y en sus modos de vida cotidianos, en la reorganización de los recursos del centro, en las relaciones de aula, pasillos, patios… La formación de una conciencia conservacionista y ambientalista se configura como un eje curricular esencial del centro educativo y un modo de hacer docente.
El 11 de abril de 2019, es una fecha importante en la memoria del Colegio Público de Educación Infantil y Primaria Foro Romano, de Cuarte de Huerva (Zaragoza). Se clausuraba la exposición Transforma tu plástico en agua potable, en un ambiente “de mucha emoción, muchos nervios…”, comentan las profesoras Yolanda Pérez, Cristina Burriel y Tamara Villarroya. Significaba el colofón de un trabajo de dos meses de indagación, concienciación y acción, desarrollado con niñas y niños de segundo curso de Educación Infantil.
Llevaban tiempo queriendo aprender, ordenada y sistemáticamente, ensamblando acción y reflexión, sobre temáticas de amplio calado. En este caso, fue el desperdicio irresponsable y la reutilización como alternativa de salud y justicia. Se habían propuesto transformar los desperdicios de plástico en objetos funcionales y artísticos, y estos en la financiación de filtros de agua potable para colegiales colombianos; compañeras y compañeros de otros lugares del planeta, la casa común, necesitados de este bien imprescindible.
“Estábamos convencidas de la necesidad de que nuestro alumnado participara de manera activa en cuidar nuestro mundo”, afirman las docentes.
Consumo y escuela
Las escuelas se encuentran inmersas en un discurso paradójico que las tensiona y distrae de su sentido más genuino: la formación de una ciudadanía plena, comprometida con el conocimiento y la justicia social y ambiental.
Medios de comunicación, políticas gubernamentales y empresariales, sectores de la opinión pública e informes internacionales apuestan por el crecimiento de la producción, el consumo compulsivo, el poder de compra… sin reparar en las consecuencias y el subsiguiente despilfarro. Por ejemplo, la European Round Table for Industry (ERT), se ha venido lamentando de que “la industria tuviera tan poca influencia en los programas enseñados en las escuelas” y que los docentes dispusieran de “una comprensión tan insuficiente del entorno económico y no comprendan las necesidades de la industria”. Reclaman de los responsables políticos “incluir a los industriales a todos aquellos debates que se refieran a la educación”.
Discurso opuesto y paralelo al que mantiene la ciencia, las declaraciones gubernamentales más solemnes y algunos movimientos sociales (¡Basta de bla-bla-bla!). Una proclama que se viraliza con cada una de las 26 Cumbres del Clima, denunciando lo poco que hemos aprendido. La repercusión de nuestro modo de vida en el deterioro del medio ambiente y en el cambio climático ha quedado patente. Y, sin embargo, nos “topamos con frecuencia con el oxímoron del crecimiento verde que nos intenta hacer creer ciegamente en inventos tecnológicos futuros, en aras de mantener el status quo (negocionismo)”.
Algunas escuelas innovadoras tratan de superar este discurso de contrarios y lo consiguen con la creación de escenarios de investigación, aprendizaje y cuidado, para todas y para todos, en coordinación con otros muchos espacios de humanización; reconociendo el poder de construcción y transformación de lo social con los otros.
En este empeño la educación se reconoce en la práctica del diálogo, de una relación comunicativa autentica entre educador, educando y mundo social. Trata de superar la contradicción educador-educandos y asumir que los seres humanos se educan en comunión, mediatizados por el mundo.
La construcción de conciencias críticas y la descolonización del pensamiento y el imaginario dominante se posibilitan desde esa posición de diálogo que logra desplegarse, en este caso, en el proyecto Transforma tu plástico en agua potable, del Colegio Foro Romano.
Orden y rigor en el aprendizaje
El proyecto se inicia en conversaciones informales sobre el cuidado de las instalaciones del colegio. Pronto atraviesa las paredes del aula y entra a formar parte de un ámbito de trabajo común para todo el centro sobre el medioambiente y su cuidado.
El interés despertado plantea la necesidad de contar con más información; recurren, entre otras fuentes, a las respuestas de las familias, a través de emails, sobre cuestiones de cuidado del entorno. Se bajaron las fotografías que les mandaban y las añadieron a las realizadas por el alumnado. Recopilaron, también, las sugerencias de solución que les ofrecían. Toda esta información nutría el diálogo que mantenían en clase. Una muestra de cómo nos educamos en comunidad y mediatizados por la realidad de nuestro mundo.
De estos intercambios surgieron las primeras hipótesis de trabajo, e incluso algunas líneas de actuación, que debían ser contrastadas y valoradas en su funcionalidad.
Visionaron el vídeo Nuestro mundo, elaborado ad-hoc por Yolanda Pérez. Mostraba imágenes, consideraciones y preguntas de este tipo:. “El mundo que habitamos, ¿es un mundo perfecto?”, “Depende desde donde lo miremos”, “Tenemos que pensar cómo lo queremos” … De manera natural surgía la reflexión grupal sobre “lo que nos gusta y lo que no, del mundo que hemos visionado”.
Según nos comentan Yolanda Pérez y Cristina Burriel: “Les llama mucho la atención todo lo relacionado con las aguas, no les gusta la basura, la contaminación de las playas y de los océanos, y se sorprenden de la falta de agua potable en algunas zonas del planeta.”
Algunas familias participaron en estos debates, les visitaron y compartieron explicaciones y soluciones, aportando nuevas perspectivas. Recurrieron, también, a expertos. Visionaron dos grabaciones, sobre una experiencia de aprendizaje similar, que les remitió María Celma, maestra del CEIP Montaña Pelada, de Santa Cruz de Tenerife.
“María Celma, maestra del proyecto la Patrulla Marina, nos contó los muchos trucos que ellos utilizan para cuidar el medio ambiente. No utilizan pajitas (ya sabemos que son muy peligrosas para animales como las tortugas), usan cantimploras para el agua y recogen basura de la playa, entre otras muchas actividades.” Escribe Yolanda Pérez, en una de las entradas de su blog de aula.
Siendo conscientes de una determinada realidad y de la capacidad que tenían como grupo, acuerdan adoptar un lema que les identifique. Lo consiguen, respondiendo a uno de los interrogantes que plantea Olga de Dios en su cuento la Rana de Tres Ojos… “Quería cambiar las COSAS, pero se sentía muy pequeña para conseguirlo ¿Sería imposible?” Así surgió… “¡Somos pequeños, pero podemos cambiar el mundo!”
Había llegado el momento de actuar y debían ser consecuentes. Tenían que organizarse y trabajar juntos en busca de un propósito común. Cada una de las clases se constituyó, entonces, en un club con sus propios estatutos, reglas, carnés, logotipos, slogans y señas de identidad. En este caso, chapas para ropa. Así aparecen los clubs de los Superterrestres, los Protectores del planeta y el Equipo Salvamundos. Estaban seguros de que unidos podrían “cambiar muchas cosas que no les gustaban”.
Se habían convencido de que reutilizar el plástico fabricando objetos bellos y útiles podría servir para financiar filtros de agua potable para sus amigas y amigos de Colombia. El propósito que les guiaba estaba en plena efervescencia. De ahí, que nos quede mucho por contar. Prometemos hacerlo en el próximo post. Continuará…
YOLANDA PÉREZ MAURI
CRISTINA BURRIEL ALDEA
Innovación Educativa
El mapa de la Innovación es un recorrido por los colegios de Aragón: un completo proyecto colaborativo que permite a cada centro contar sus experiencias en primera persona.