Los escolares de Salvatierra de Escá investigan en torno a «Las golondrinas alpargateras»
Novedades 20 octubre, 2021 Innovación Educativa
Fuente: HERALDO DE ARAGÓN
Autor: Pablo Ferrer
La historia de las jovencísimas mujeres que cruzaban cada otoño hace más de un siglo el puerto de Isaba para trabajar en Francia es un ejemplo de entrega que sigue teniendo huella en los pueblos de los que salieron
Aurora Sánchez es de Salvatierra de Esca, donde vivió los primeros 14 de sus 85 años de vida. Su casa de Salvatierra está en la parte alta del pueblo, muy empinado de por sí; tiene su pedacito de calle inmaculado y florido. “Desde los 14 vivo en el País Vasco, concretamente en Antzuola, junto a Bergara, pero paso temporadas por aquí, sobre todo en verano, a las fiestas y a ver a la Virgen de la Peña; ojo, y veo Aragón Televisión, me gustan mucho las jotas”.
Aurora tiene un porte señorial y la mente preclara. “Vengo de una familia muy humilde, y como muchas otras chicas del pueblo salimos a trabajar en el servicio doméstico a los 14 con la carrera hecha, como decimos aquí –sonríe– o en restaurantes. Ambos trabajos he hecho yo, y acabé de cocinera en una empresa, de la que luego fui socia. He tenido cuatro hijos y la familia es grande”.
La veterana cocinera recuerda las historias de las golondrinas alpargateras –así llamadas por hacer la migración como estas aves– que marchaban a Mauleón (Francia) a trabajar en la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX, y recalca que el fenómeno se daba en toda una zona, no solamente en uno o dos pueblos. “Iban del Roncal y de Salazar, de Isaba fueron muchas, también las de Ansó y de cerca… y de aquí salieron de varias casas. Algunas se quedaron allá y otras volvieron e hicieron el camino varias veces. Yo aquello no lo viví, que aunque tengo muchos años no son tantos –ríe– pero sí he sabido de historias por conocidas. De casa de Corneta fueron dos mujeres, se casaron allá y se quedaron, por ejemplo. Uno de casa Corneta tenía una empresa allá, de hecho. Recuerdo las de casa de Mariano Pío, por ejemplo, o las de Casa Rosaria que fueron otras dos, una se casó con un chico de Isaba”.
Aurora ve similitudes en las dos oleadas migrantes. “Igual que nosotras íbamos a servir a Zaragoza, Pamplona, Barcelona o el País Vasco, ellas fueron antes a Francia porque en los pueblos no había trabajo. Allá lo tenían temporal, se iban en octubre y volvían en primavera cuando ya podían cruzar el puerto de Isaba después de que se fueran las nieves del invierno. Eso sí, muchas veces aún tenían que pisar nieve, llegaban al pueblo y no era descansar, seguían trabajando en las labores del campo. En Francia hacían alpargatas de cuerda y tela con suela de cáñamo en Olorón, Mauleón y otros pueblitos cerca de la frontera; las que volvían nos contaban las historias de Francia a las niñas. Lo pasaron muy mal, dormían en el camino donde buenamente podían y trabajaban mucho para traerse las perricas aquí, pasar el verano y al otoño siguiente, otra vez”.
El viaje era muy duro, hay 50 kilómetros a la frontera desde Salvatierra y otro buen pedazo, casi lo mismo, hasta Mauleón; la distancia es muy parecida a la que separa el pueblo zaragozano de Olorón. “Hoy se hace en casi dos horas en coche, y eso porque la carretera es de montaña muchos trozos, pero andando eran días y días, una semana quizá”, recuerda Aurora.
A veces, el camino se tomaba en la dirección inversa. “Las alpargatas las mandaban de allá, y las usábamos todos en el pueblo. Curiosamente, un matrimonio de Mauleón acabó mudándose a Salvatierra para seguir haciéndolas aquí, las cosían a mano y le daban forma en Casa de Cusca; una de las hijas, Plácida, se hizo peluquera en el pueblo”.
Moneda o inversión
Las ‘golondrinas’ tenían otra meta; conseguir dinero para hacerse un ajuar y poder casarse bien. El problema es que la moneda francesa no era tan fácil de cambiar en España, así que muchas veces la invertían en ciertos enseres al otro lado de la frontera, que luego recogían sus familiares en puntos seguros de la divisoria entre España y Francia, para esquivar los controles aduaneros y que las ganancias tan duramente conseguidas llegasen íntegras.
Cuando las chicas llegaban a Mauleón u Olorón (aunque en Mauleón estaba el mayor contingente de fábricas) buscaban el alojamiento que les iba a albergar durante seis durísimos meses de trabajo. Muchas veces estaba fijado de antemano, en otras ocasiones se ayudaban las unas a las otras. Luego, sin apenas tiempo para descansar, se afanaban en hallar su plaza en una de las fábricas; la mayor parte de estas factorías ya habían adquirido los modelos de trabajo posteriores a la revolución industrial, y trabajaban en serie, aunque seguía siendo una tarea manual minuciosa. Otras optaban por la forma artesanal más pura, en bancos de alpargatero.
Lo que sí tenían en común ambos modelos era el volumen de trabajo, muy duro e intensivo. Todo por un sueño, labrado a fuerza de sudor;suena a lema de escuela de arte neoyorquina de los 80. pero con una meta menos oropelera que la fama; sudar (y pasar frío, y penuria) por un futuro mejor.
Gran investigación de los escolares del pueblo y sus docentes
Salvatierra de Esca es parte de la comarca de la Jacetania, pero pertenece administrativamente a Zaragoza, siendo el municipio más norteño de la provincia, de cuya capital le separan casi 200 kilómetros si se opta por la vía más rápida, a pesar del rodeo: Monrepós y Jaca. Lucía Montesinos, concejal de cultura, recuerda el acto protocolario que vivió el pueblo a principios de este verano con el homenaje a las golondrinas alpargateras. “Eran llamadas así porque marchaban el otoño y volvían en primavera como las golondrinas. Su historia necesitaba aquí un reflejo directo; merecían un reconocimiento y por eso se ha dado su nombre colectivo a una plaza de Salvatierra; estas mujeres que salían de su pueblo para vencer circunstancias muy adversas y ganar un jornal para ayudar a sus familias eran dignas de admiración. Iban a otro país, con otra cultura y otras costumbres, la barrera del idioma; el propio viaje ya era una aventura tremenda. De aquí fueron bastantes, desde luego.
Los escolares de nuestro CRA Río Aragón y sus maestras se documentaron en el archivo local, en los pueblos circundantes y en Francia, y hay que reconocerles el esfuerzo de haber impulsado este homenaje; ellos eligieron el sitio, la placeta pequeña, y es para estar orgullosos de su trabajo”. Estas maestras que estuvieron en el aula del CRA en Salvatierra el curso pasado son Carol Martínez, Marta Quílez y María Sanjuán.
La jornada fue muy bonita, y coincidente con el final de las clases antes de las vacaciones de verano. Los niños y niñas prepararon junto a los docentes unos textos explicativos de la historia de las golondrinas, y luego se descubrió la placa con el nuevo nombre de la placeta que habitualmente utilizan los peques como escenario de juegos a la salida de clase. La fiesta acabó con un aperitivo por cuenta del Ayuntamiento.
Toda una investigación
Salvatierra de Esca no está sola en el empeño de abundar un poco más sobre las golondrinas alpargateras. Otros pueblos de la zona, como Burgui oAnsó, se han puesto manos a la obra. Hay un dato muy llamativo: la primera golondrina de la que se tiene constancia llegó a Mauleón desde Salvatierra de Esca, y se casó con un mozo de Fago en 1831.
El trabajo escolar del CRA fue profundo y variado;también se realizaron una serie de vídeos explicativos enlazados por simpáticas viñetas, que tenían como protagonistas a golondrinas parlantes. Está disponible para su visionado en el Blogspot del colegio.
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